El Muro de las Promesas
Capítulo 1 – El Muro Gris
Cada mañana, Camille pasaba frente al mismo muro gris camino al trabajo. Un muro simple, sin encanto, cubierto de grafitis desvanecidos por el tiempo. Pero un día, una hoja A4 blanca estaba pegada en la pared. En ella se leían unas palabras sencillas:
"Hoy prometo sonreír a alguien que no conozco."
Camille se detuvo, intrigada. El muro parecía invitarla a entrar en vidas que no conocía, con intenciones anónimas pero poderosas. Este Muro de las Promesas cambiaría pronto la manera en que veía la bondad y el apoyo entre personas que nunca se encuentran.
Capítulo 2 – Las Promesas Coloridas
Los días siguientes, el muro se transformó en un mosaico de hojas coloridas. Cada promesa venía de un desconocido y todas eran anónimas:
"Lucharé por amarme un poco más cada día."
"Volveré a hacer ejercicio."
"Haré un cumplido cada día a alguien."
"Seré feliz."
"Le diré a Julián que lo amo."
"Diré la verdad a alguien que no me gusta."
Algunas promesas recibían respuestas o ánimos anónimos:
Bajo "Le diré a Julián que lo amo", alguien escribió: "Qué valentía… todos estamos contigo."
Bajo "Lucharé por amarme un poco más cada día", una nota decía: "Ánimo, ¡tú puedes!"
Bajo "Haré un cumplido cada día a alguien", otro añadió: "Gracias por esta promesa, hoy intentaré hacer lo mismo."
Camille comprendió que el muro no era solo un lugar para escribir intenciones, sino un espacio donde desconocidos se inspiraban y apoyaban mutuamente, sin conocerse nunca.
Capítulo 3 – Escribir su propia promesa
Conmovida por la energía del muro, Camille tomó una hoja y escribió:
"Prometo dejar de decir sí cuando realmente quiero decir no."
La pegó en el muro y sintió de inmediato una sensación de ligereza y libertad. Cada promesa parecía encender pequeñas chispas para los demás, al igual que los ánimos anónimos iluminaban su propio día.
Capítulo 4 – Promesas que Resuenan
Cada día, Camille volvía a leer el muro. Algunas promesas la hacían sonreír, otras la hacían reflexionar o incluso llorar.
Una promesa decía: "Diré la verdad a alguien que no me gusta." Una nota abajo respondía: "A veces, el silencio duele más que las palabras."
Otra: "Seré feliz," recibía: "Te lo mereces, no te rindas."
Todos escribían y leían sin conocerse, pero el muro creaba una red invisible de apoyo e inspiración.
Capítulo 5 – La Gran Borrada
Una mañana, Camille pasó frente al muro… y ya no había nada. El ayuntamiento lo había pintado de gris uniforme.
Se sintió triste, pero al mirar al suelo vio escrito con tiza:
"Las promesas no desaparecen. Viven dentro de nosotros."
El Muro de las Promesas había cumplido su función: cada persona podía actuar e inspirar a los demás, incluso de manera anónima.
Capítulo 6 – El Muro Invisible
A partir de entonces, cada vez que Camille actuaba según una promesa, imaginaba el muro llenándose de nuevo. Todos esos desconocidos que escribían, leían y se animaban en secreto, creaban una energía colectiva invisible, un vínculo entre todos.
Camille sabía que cada palabra y cada acción podía transformar su vida y la de los demás, incluso sin conocerse nunca.
Moraleja
Incluso entre desconocidos, nuestras intenciones y promesas pueden generar ecos poderosos. El apoyo, los ánimos y la fuerza de cada persona se propagan silenciosamente, y cualquiera puede cambiar su vida y la de los demás simplemente cumpliendo su palabra.
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