El profesor que dudaba demasiado

Capítulo 1 – La autoridad silenciosa

Lo llamaban “Profesor Lambert”, y en los pasillos de la universidad, su nombre imponía respeto.
Durante treinta años enseñó filosofía. Sus clases eran conocidas por su rigor, sus alumnos lo citaban como una referencia y sus colegas lo consideraban una institución viviente.

Pero detrás de su aura de sabiduría, un malestar crecía.

Capítulo 2 – Cuando aparece la duda

Todo comenzó con la observación de un estudiante:
Pero, profesor, ¿y si su definición de la verdad es solo… la suya?

La pregunta se le quedó clavada a Lambert como una astilla.
Y poco a poco, lo que había repetido durante toda su carrera empezó a parecerle frágil. Sus frases, antes sólidas como rocas, comenzaron a resquebrajarse.

Por las noches, corrigiendo exámenes, se preguntaba en voz baja: ¿De verdad tuve razón alguna vez? ¿Alguna vez lo supe realmente?

Capítulo 3 – La mirada de los demás

A su alrededor, algunos empezaron a notar sus vacilaciones.
Se está cansando…, decían sus colegas.
Ahora divaga, murmuraban los estudiantes más jóvenes.

Pero Lambert sabía que no era cansancio. Su memoria seguía intacta. Lo que había ganado era duda.

Y esa duda lo asustaba.

Capítulo 4 – La clase del silencio

Una mañana, mientras debía dar una lección sobre la moral, Lambert hizo algo inesperado.
Entró en el aula, dejó sus apuntes sobre la mesa… y guardó silencio.

Los estudiantes se movían inquietos. Luego, tras un minuto, dijo simplemente:
Hoy no tengo certezas que ofrecerles. Pero tengo preguntas. ¿Están dispuestos a responderlas conmigo?

El murmullo se transformó en silencio expectante.

Capítulo 5 – Compartir las dudas

Lambert comenzó a formular preguntas en lugar de respuestas:

  • ¿Y si la verdad cambia según la época y la cultura?

  • ¿Y si la justicia no es una regla, sino una búsqueda?

  • ¿Y si la duda no es un enemigo, sino un aliado?

Al principio sorprendidos, los estudiantes terminaron participando con entusiasmo.
Los debates se volvieron más intensos, las ideas más atrevidas. Algunos que nunca hablaban encontraron el valor para expresarse.

El profesor que dudaba demasiado acababa de crear un espacio donde la duda estaba permitida.

Capítulo 6 – El espejo de los alumnos

Una tarde, una joven se quedó después de clase.
Profesor Lambert… quería darle las gracias. Su duda me tranquiliza. Porque si incluso usted puede dudar, entonces quizá yo también tengo derecho.

Esas palabras impactaron profundamente a Lambert.
Su duda, que había considerado una debilidad, se convirtió para sus alumnos en un permiso para respirar, para ser humanos.

Capítulo 7 – La última lección

Unos meses después, Lambert se jubiló.
En su última clase, resumió todo lo que había descubierto:

Siempre me dijeron que el deber de un profesor era transmitir certezas. Yo les dejo otro legado: el derecho a dudar. Porque una mente que duda es una mente que sigue viva. Y mientras duden, buscarán, y mientras busquen… serán libres.

El aula, normalmente inquieta, quedó en un silencio profundo. Algunos estudiantes tenían lágrimas en los ojos.

Conclusión

El profesor que dudaba demasiado nunca perdió su conocimiento.
Simplemente descubrió que no estaba destinado a entregar certezas, sino a transmitir el valor de cuestionar.

Y así, su duda se convirtió en su mayor lección.

👉 Moral: Dudar no es una debilidad. Es una fuerza, porque nos obliga a seguir vivos, curiosos y libres.